Narcosatánicos

HISTORIA "Los Narcosatánicos" que sacrificaban gente en rituales Sara Aldrete, considerada la sacerdotisa de los santeros, siempre se ha declarado inocente, tras haber estado secuestrada por Adolfo de Jesús Constanzo Sara se sentía acorralada, los maltratos y largos traslados la tenían exhausta; aquel hombre gentil y atractivo se convirtió en un verdadero demonio que la tenía encerrada contra su voluntad. En un último intento, arrojó una pequeña misiva por la ventana del pequeño departamento de la colonia Juárez donde estaba secuestrada; un desesperado “auxilio” contenía la esperanza de que los peores días de su vida terminaran. Tras una mortal balacera que parecía anunciar su libertad, resultó ser el punto de partida de una historia tan confusa como inverosímil; lo único cierto es que los nombres de Sara María Aldrete y Adolfo de Jesús Constanzo, jamás dejarían de escribirse juntos, el mote de Los Narcosatánicos pasaría a la historia de la crónica criminal en México. Sobre lo ocurrido en el mes de abril 1989 en el rancho Santa Elena de Matamoros y en la capital de México, se ha escrito mucho, sin embargo, en este caso que nunca ha llegado a aclararse por completo. Lo único cierto es que a 25 años de los hechos, Adolfo de Jesús Constanzo está muerto y Sara Aldrete sigue pagando su participación y relación sentimental con el santero cubano. Los narcosatánicos que aún viven se encuentran en cárceles mexicanas cumpliendo largas condenas por el homicidio de 14 personas, posesión ilegal de armas, asociación delictuosa, homicidio y narcotráfico. Una revisión de rutina en la frontera México – Estados Unidos se convirtió en el principio del fin para la banda de Constanzo, la camioneta Chevrolet Silverado placas 1068RP fue interceptada por la policía mexicana, en ella encontraron kilos de marihuana que llevaba David Serna. Él presumía de ser inmune ante las balas de sus perseguidores, por una protección que lo mantendría avante. Serna guió a la policía hacia el rancho Santa Elena. Ese 11 de abril de 1989, además de hallar armas y droga, los agentes realizaron el más grotesco hallazgo en la historia del crimen en México, fueron encontrados los restos de 14 personas, algunos de ellos habían sido prácticamente descuartizados, era notorio que fueron desangrados y finalmente sacrificados durante algún rito satánico; se encontraron varios instrumentos tradicionales en la práctica de la santería, velas, colillas de cigarro, restos de animales, ropa teñida con sangre, aguardiente, cuchillos y machetes. Los propietarios del rancho, Elio y Serafín Hernández, dos traficantes, mencionaron la existencia de un “Padrino” que los protegía gracias a su religión, palabras que coincidieron con las de David Serna. Para la autoridad mexicana sería un caso de escándalo que de paso los ayudaría a esclarecer algunos casos como la desaparición del texano Mark Kilroy. El padrino de quien todos hablaban fue identificado como Adolfo de Jesús Constanzo, nacido en Miami y descendiente de cubanos practicantes de la santería, su madre era sacerdotisa del Palo Mayombe al igual que su abuela lo fue en la isla. Los Constanzo arriban a México en 1983 donde aparte de trabajar como modelo empieza a ganarse una enorme fama como médium, santero y curandero, reputación que lo lleva a realizar trabajos para gente cada vez más importante, fue sabido que algunas altas esferas del poder político y jefes policíacos figuraban entre sus protegidos. El otro personaje central fue la ahora escritora Sara Aldrete quien narra en su libro “Me dicen la narcosatánica” que no tuvo relación sentimental con Adolfo, que se conocieron en Matamoros y jamás participó en alguno de los sacrificios, pues ella fue secuestrada por Jesús. Posteriormente cuando Constanzo es perseguido, se va acompañado de Sara. Aunque no se sabe qué tan cierta es la responsabilidad de Constanzo en los homicidios de Matamoros, hay un asesinato del cual sí es culpable; un travesti conocido como Claudia Ivette es asesinado, descuartizado con una segueta, le arrancan los ojos, le arremangan la piel, meten los trozos de su cuerpo en una bolsa y lo arrojan a un lote baldío. Durante la persecución de tres semanas, Adolfo, Sara, Álvaro Valdez (El Duby) y Martín Quintana, fueron ayudados por los ahijados de Constanzo, entre ellos policías. Antes de abandonar el país, Sara ya se las había ingeniado para pedir ayuda, la policía llegó al departamento 11 en Río Sena 19 colonia Cuauhtémoc. El 5 de mayo de 1989 se lleva a cabo el último enfrentamiento entre los narcosatánicos y la policía. Gracias a una nota de auxilio entregada por Sara a uno de sus vecinos los agentes dieron con el domicilio de la banda, al llegar fueron recibidos con una ráfaga de metralleta y una lluvia de dólares que fueron lanzados por la ventana del departamento. Los santeros se enfrentaron a tiros con los agentes y aparentemente el Padrino hizo un pacto suicida con Martín Quintana. Aldrete supuso que la balacera era su rescate, ella se sentía secuestrada por Adolfo, sin embargo, fue detenida y conducida a un sinnúmero de acusaciones y vejaciones por parte de las autoridades.

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